Las apacibles aguas del Río las Casas
Publicado: abril 7, 2018 Archivado en: Cuba, Cuba: Sector no estatal, Cubanos por el mundo, Culturales, De Cuba y el Mundo, Gastronomía y Turismo, La isla y el mar | Tags: Cristóbal Colón, Cuba, Héroe Nacional de Cuba, Jean Francois, José Julián Martí Pérez. San Lázaro, La Evangelista, La Habana, La isla del tesoro, Nueva Gerona, Río Las Casas, Robert Louis Stevenson Deja un comentarioTexto y fotos Lázaro David Najarro Pujol
Nueva Gerona, Cuba.- Las apacibles aguas del Río Las Casas, besadas por el suave viento del saliente, es inspiración de creadores en esta ciudad cubana que nació en una llanura ondulada ubicada a 20m sobre el nivel del mar, con una longitud de 16,68 km y una extensión territorial de 70 km2.
Gerona es sitio con calles tapizadas de adoquines. Mi visita al sitio dejó la imagen de las embarcaciones fondeadas en las márgenes de su río, testigo de amores y desamores, encuentros y desencuentros, deportaciones y levantamientos, abandono y descubrimiento, de ultrajes y heroísmo y, sobre todo, sueños.
En el río Las Casas, el Héroe Nacional de Cuba, José Julián Martí Pérez contempló un paisaje bello. Posteriormente continuó hasta la finca El Abra, para curar las heridas causadas por las cadenas y el roce de los grilletes durante su prisión en Las Canteras de San Lázaro, en La Habana.
En la actual Isla de la Juventud o isla de los mil nombres, según historiadores se inspiró el narrador escocés Robert Louis Stevenson para escribir su célebre novela de aventura La isla del tesoro, publicada en Londres en 1883.
El argumento de los estudiosos se basa, entre otros elementos, en el hecho real de que la ínsula constituyó durante cuatro siglos refugio de piratas y contrabandistas.
De su existencia se sabe que ese paraíso, devenido isla de leyendas, fue bautizado el 12 de junio de 1494 por Cristóbal Colón, como La Evangelista.
Apuntan los investigadores que la primera referencia a la presencia de piratas y corsarios en suelo pinero data de 1543, cuando el francés Jean Francois
La Roque llegó a ella y reparó sus naves. A partir de entonces este lugar comenzó a utilizarse como apostadero por parte de los aventureros del mar, quienes esperaban aquí las embarcaciones, que venían cargadas de riquezas del continente americano, para atacarlas.
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