Mártires de Pino Tres: Emiliano Urra Mayedo
Publicado: diciembre 27, 2012 Archivado en: Publicaciones | Tags: Camagüey, El Cauto, San Miguel de Nuevitas Deja un comentarioHacia El Cauto avanzaron varios pelotones de Camagüey con el objetivo de fortalecer la columna 11. Procedían del norte y del sur la provincia agramontina. Burlan emboscadas, evitan encuentros y hacen contactos con los campesinos.
Emiliano Urra Mayedo caminaba muy confiado. Se había unido a la tropa de José Botello, en el norte de la provincia de Camagüey. Ocurrió en el mes de julio de 1958.
Oreste González González lo vio cruzar, con dificultades un puente del ferrocarril, por atrás del central «Noel Fernández». Era un puente que tenia traviesas, y a Emiliano le provocaba vértigo las alturas. Pasó el puente en cuatro pies.
“Emiliano padecía de vértigo, aunque era un hombre muy valiente que no le temía a las balas. Ascendimos juntos a la Sierra Maestra , pero no en la misma escuadra.
“Él era una persona de temple. Su infancia transcurrió en un hogar humilde en Santa Lucía de Nuevitas, donde nació (17 de diciembre de 1924).
“Allá en las colonias de San Bartolo, en el central Lugareño, Emiliano Urra Mayedo fue un activo luchador por los derechos de los obreros. En 1957 se incorpora al Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Piensa Ramón Pérez Rodríguez que, generalmente, Emiliano no era un hombre conversador.
“Era un poco reservao’ pa’ sus problemas personales, sin embargo, antes de marchar a la guerra fue un activo dirigente sindical.
“Era un hombre callao, alto, pelo lacio, prieto, flaco, de los dientes chiquitos alante. Era de la zona de Yumaisí… Por ahí por la Oriental o Jucaral vivía su familia.
“No obstante su bajo nivel cultural, comprendía que la única forma de solucionar de raíz las crecientes desigualdades sociales era mediante la lucha armada”.
Oreste González González en su vida guerrillera conoció a Emiliano Urra Mayedo. Pertenecía a un grupito que tenía el campamento cerca de San Miguel de Nuevitas.
“Por esa zona de ahí, por un lugar que le dicen El Cafetal. A ellos los atacó el Ejército y la aviación y se regaron en la zona. Muchos compañeros se fueron para distintos lugares, pero él continuó hacia donde estaba José Botello, junto con un compañero que se llama Mongo Pérez”.
Ramón Pérez Rodríguez y Emiliano integraron el pelotón de José Botello. Los dos se alzaron en el primer grupo escopeteros camagüeyano. Lo organizaron en El Jucaral.
“Siempre marchaba al lado de Emiliano. Cuando le correspondía la guardia, le armaba la hamaca y si me correspondía la guardia, entonces él me preparaba la hamaca. Nos cargábamos las mochilas. Nos intercambiábamos documentos. Recuerdo que un día me dijo:
“—Mongo, si a mí me matan van a pensar que el muerto eres tú y si a ti te matan, entonces pensaran que el que cayó fui yo— me dice.
“Mucho antes de incorporarnos a ese pelotón, Boris (se trataba de Juan de la Peña Arzuaga), organizó un grupo de escopeteros en la zona, y Emiliano fue uno de los primeros en alzarse en esa etapa. Era de los primeros grupos que tenía Camagüey. José Botello todavía no había entrado a la provincia. Al Boris alzarse con esa tropa, el jefe del Movimiento 26 de Julio era un tal Pérez, que tenía una quesería en La Rosalía.
“Emiliano posee el mérito histórico de integrarse a ese grupo. Era el segundo jefe de esa guerrilla. Le correspondió el mérito de haber sido fundador de esa tropa de escopeteros de la provincia de Camagüey.
“ Recuerdo que el Ejército tenía la ubicación de la guerrilla en los montes de El Cafetal. Por la noche entraron una mujer y un muchacho. El muchacho era sobrino de Norberto Pérez y nos avisaron que los guardias iban a entrar en ese monte.
“Corrian los primeros días del mes de mayo de 1958.
El Jefe, Boris, decidió enfrentar al Ejército que era una fuerza superior a la nuestra en número de hombres y armamentos. Emiliano me comentó:
“—Oye Mongo, el Ejército viene por ahí. Va a ver que fajarse.
“—Pa’ eso estamos aquí.
“—¡Pues bueno, a fajarse!.
“Alrededor de las siete y treinta de la noche Boris organizó la defensa.
“Emiliano y yo nos ubicamos en una herradura que hacía el río. Transcurrió la tarde y la noche. Llegó un nuevo día. A las nueve de la mañana se precisó movimiento de tropas. El Ejército avanzaba. Entró cerca de donde estamos nosotros. Por el otro lao’ también entró el Ejército. Nos cerraron la salida. Teníamos a los guardias ahí mismo, pero nadie abrió fuego. El jefe no había dao’ la orden.
“Emiliano, hombre decidido me consultó:
“—Mongo, vamos a abrirle fuego a la guardia, sino no vamos a poder salir de aquí con vida.
“Decidimos dispararles a la guardia. Los soldados también abrieron fuego. Escuchamos el sonido ensordecedor de la aviación y pronto los proyectiles de las ametralladoras. Unas horas después un silencio total. No se escuchaba ningún disparo. El cansancio pudo más que nosotros. Nos quedamos dormidos. Con los primeros rayos del sol salimos de hueco. No se observa ni un solo soldado. Pasamos por un bohío y Emiliano me dice:
“—Vamos a quemar este rancho que tiene una pila de papeles comprometedores.
“Le dimos candela al rancho. Salimos de allí y llegamos a la esquina del monte.
“—¡Ramón, retrocede, retrocede!
“Estábamos cercados por los guardias. Pero no nos habían visto. Emiliano me dice:
“—Mongo, tenemos que quedarnos aquí, en el monte, hasta ver que pasa.
“Nos quedamos en el monte. A las dos de la tarde tropezamos nuevamente con la mujer y el muchacho. Venían atravesando el monte. Los llamamos. El muchacho estaba algo nervioso. La mujer no, la mujer parecía más segura. Emiliano y yo conversamos con ellos. Calmamos al muchacho. Se aproxima la noche y los guardias iniciaron la se retirada. Entonces nosotros abandonamos el escondite y continuamos hasta la finca de Adolfo Sánchez. Emiliano me sugiere:
“—Mira Mongo, tú de aquí te vas pa’ Santa Lucía. En Santa Lucía nos vemos de nuevo.
“A los dos días nos encontramos otra vez y me dice:
“—Vamos pa’ en vuelta de San Jacinto a ver que podemos hacer, sino tendremos que irnos de to’ esto aquí.
“Recibimos información del Movimiento 26 de Julio que confirmaban que José Botello se encontraba al norte de la provincia de Camagüey.